dimanche 25 septembre 2011

Llegada a Madrid


He llegado a Madrid, al Aeropuerto Internacional de Barajas (esperaba encontrar cosas alegóricas a las reinas de Alicia en el País de las Maravillas, pero solo hay señalizaciones de si tienes que ir a las Terminales 1, 2 o 3, entre otras cosas), aunque mi reloj marca las 3:33 a. m., la hora local dice que son las 10:03 a. m., y el jet lag está haciendo efecto en mí, ya que tengo como sueño, los oídos tapados y un hambre “que me rompe las pelotas, tío” (acento españoleto). Gracias a Dios traje mi minilaptop porque aunque en esta área no hay wi-fi, puedo escribir mientras escucho el último álbum de Avril Lavigne, Goodbye Lullaby. Aunque tengo ganas de salir para sentir el sol y ver qué tal se siente el aire de este lado del charco de La Madre Patria, la otra verdad es que quiero es que Air France me chequee mi equipaje para poder ingresar al área de tránsito y así poder ir a la feria de comida, empezar a gastar la miseria de euros que me traje en efectivo (hasta que Santo CADIVI mi apruebe mis divisas de Estudiante de Intercambio). Por cierto, no había visto tantos modelos desde un desfile de modas de Fashion TV y desde el verano pasado en 2010 en el Aeropuerto Internacional de Zürich.
Escucho Goodbye Lullaby, y te digo adiós, y te dedico esta canción, entendiendo que nunca pudo haber sido más precisa. Aquí, en el Aeropuerto Internacional de Barajas, te la dedico.
          No sé qué será de mí, no sé cómo cambie en un año, pero “take care of yourself, I have to go, I have to go, I have to go, but I love U so… I love U so”

Servicio de Transporte de miéééééééércoles y de jueves también

“Retrato de un mal servicio”. Ese, pudo haber sido otro título de esta entrada.

Esta, es la historia.

Venía de casa de una amiga, ya eran las 20:50, y justo que llego a la parada llega el bus, ¡qué suerte! –pensé yo. Me subo, y en la siguiente parada cuando están subiendo otros pasajeros, el chofer les grita: “Voy pa’ Caraballeda y no acepto ticketeeeee (Con los ticketeeeeejjjj se refiere a los tickets estudiantiles). En ese momento, se activó algo en mí que no sé cómo explicar, pero se relacionaba directamente con molestia.

La verdad es que yo iba a pagar mis 3,00 Bs.F por ser la tarifa de domingo, tipo normal. Sin embargo, me puse a pensar en el abusador chofer, o sea, era bien osado.

Primero, el ticket estudiantil es válido todos los días del año, las 24 horas del día.

Segundo, no es una opción para él recibirlos, ya que igual cuenta como un pasaje.

Tercero, es mi DERECHO como estudiante, así que me importa un comino lo que él quiera.

Cuarto, el tipo iba a una velocidad que daba miedo (voy a reconocer que no le reclamé eso).

En fin, busqué a ver si tenía tickets estudiantiles en lo más recóndito de mi cartera y voilà, encontré uno.

Aquí es donde se presentó el… problemita.

Le entrego el ticket al niño que cobraba el pasaje (máximo 5 años tenía, pero el pobre ya tenía toooda la pinta de malandrito), digo buenas noches y me bajo de la unidad. Posteriormente, empiezo a escuchar que empiezan a gritar “miraaaa, epaaaaa”

Y se presentó el siguiente “diálogo”:

Yo: ¿sí?

Chofer Abusador: yo dije que no quería que me pagaran con tickeeeee…

Yo: pero… esa no es su decisión.

Chofer Abusador: ¿qué? (voz de furia).

Yo: que esa, no es su decisión.

Chofer Abusador: (cara de: a este mocoso lo voy a matar)

Yo: con mi cara muy calmada y sin inmutarme le respondo: ese ticket es totalmente válido.

Chofer Abusador: tú lo que pasa es que te la das de ridículo.

Comprendí que había llegado el fin de nuestra hermosa plática. Lo vi, y sin decirle nada me volteé y me fui a mi casa. Todas las personas que estaban en la parada y en el bus se quedaron calladas.

Es cierto, yo voy a reconocer que me dio un poco de miedo porque el tipo tenía un odio en la cara que podría ser característico de las personas bajo algún efecto de droga, pero si no me imponía, me iba a quedar con el reproche a mí mismo toda la vida. De hecho, no sé si fui yo quien tomó fuerza y coraje para enfrentarlo o mi alterego, pero al final lo que importa es que no le di la razón.

Por otro lado, sé que fue osado y peligroso lo que hice, que el tipo pudo haber arremetido en mi contra y, estoy altamente seguro de que nadie iba a hacer nada para detenerle. Sin embargo, ¿cuál era mi opción? ¿quedarme callado, pagar el pasaje completo solo para darle el gusto y rendirme ante sus imposiciones de anarquía en su viva denominación? NO, para nada. Siempre que pueda hacer algo para poner mi granito de arena, lo haré. Quizá alguien escuchó mis razones y en algún otro momento tomará medidas para hacer valer sus/mis/nuestros derechos.

Sé que este blog parece que se va a poner de Blog de Reclamos, pero si algo bueno va a aportar, entonces que así sea.

Nunca debemos dejar que nuestros derechos sean pisoteados/cuartados. No escatimemos en hacer valer lo que nos corresponde. Claro, hay que tener las bases y que nuestras razones estén bien fundamentadas para optar por el éxito, otherwise, estaremos mal.