jeudi 4 août 2011

David Guetta en la U.S.B., un intento Fallido-Exitoso


¿Qué nos impulsa a hacer algo? ¿Una sólida planificación; una estrategia cautivadora; una idea innovadora; una voz persuasiva; o simplemente es el momento, el lugar y la situación que lo propicia todo? ¿Qué nos sataniza como monótonos, y qué nos clasifica como espontáneos y dinámicos? Quizá todo o tal vez nada.
17 de noviembre de 2010 y el DJ número uno del mundo, David Guetta, se presentó en el campo de fútbol de la Universidad Simón Bolívar, en un concierto sin precedentes, o sea, Guetta Ya había perdido la oportunidad de verle junto a Tiësto en Zürich este verano, estuvieron tan sólo a 40 minutos de mí y fueron 110€ de entrada y 50€ de tren que me alejaron de dicha emoción pero, las oportunidades increíblemente tienen maneras mágicas de presentarse, y en esta oportunidad vino a mi universidad.
Aún en depresión inicial porque perdería el chance de verlo, siendo que esta vez no iría por no “ponerme las pilas”; en plena labor de limpieza casera vino a mí y BAM, no sé, de repente me di cuenta que, así como dice mi genio favorito, Albert, y parafraseándolo, no esperes que las cosas sean diferentes si no haces nada para lograrlo, tenía que hacer algo, ALGO, para no perdérmelo. Así que recordé que un pana, me contó cómo se había colado en el concierto de Green Day, así que pensé en quién le gustaría tanto Guetta como para acompañarme, y así fue como vino Hamilton, cuando por fin pude llamarle surgió este diálogo:

-Hola, Hamilton, cómo estás, soy Armstrong.
-Sí, lo sé, te escucho.
-¿Qué harás esta tarde?
-Um, nada, ¿por qué? –él pensó que le diría para darla clases de francés, pero nahh.
-OK, vamos al concierto de Guetta…
-(silencio extendido)… ¿pero cómo?
-Un pana se filtró la otra vez en el de Green Day, quizá lo podamos hacer o escucharlo desde afuera, a fin de cuentas, es música electrónica, se escuchará bien.
-¡Dale pues!

Y así comenzó la mega aventura. Es difícil ver el génesis de una experiencia que no olvidarás jamás.
Cuando por fin llegamos al Valle de Sartenejas, la atmósfera era diferente al que guarda el campus en su día-día; se podía sentir la emoción de la gente, las mejores ropas, casuales pero con estilo, modelos iban y venían, era el concierto de música electrónica de cierre de 2010, y todos lo sabíamos. Por un lado estaban los panas comprando franelas de “F*** ME, I’M FAMOUS”, otras que sólo decían “David Guetta”, otros compraban pulseras y collares que brillaban en la oscuridad y otros sólo se tripeaban el momento junto a sus colegas de la uni, por otro lado estaban los padres yéndose y prometiendo volver a las 2 de la madrugada para recoger a sus babies.
Todo estaba congestionado, porque recién estaba terminando un show de comedia de Emilio Lovera en Conjunto de Auditorios y habían más carros que en la Francisco Fajardo a las 5:00 p. m., Subway ya no tenía panes para ofrecer, y había más seguridad que cuando se celebró la cumbre de la OPEP en Caracas hace unos años, pero la gente la estaba pasando bien haciendo su cola y, el tema en cuestión era Guetta.
Por otro lado, estábamos Hamilton y yo, que luego de encontrarnos con unos panas, que también pretendían lo que nosotros, estábamos pensando en “el plan” para lograr nuestro cometido, el punto era que no teníamos ni idea de lo que vendría.
Unos proponían una ruta, otros decían que el éxito vendría por otra, pero lo cierto es que en esta ocasión la seguridad la habían duplicado y, los ‘caminos verdes*’ ya habían perdido verdor.
Armados de valor atravesamos El Cementerio como si fuéramos a llevar flores, tipo relajados y, así empezamos a subir la montaña, ya húmeda, en nuestro comienzo de ruta empezamos a toparnos con estudiantes que compartían nuestro ideal, solo que unos con mayor entonación en el “o sea, ¿sabes?” o otros con su vestuario alusivo a esnobismo, me daba cuenta que el mandibuleo y tu vestir no te priva de una aventura, romper las reglas y ver a tu artista favorito, ya esto me emocionaba.
Cada vez que encontrábamos a uno de estos grupitos nos preguntábamos ambos, “¿llegó la hora de decirle adiós a mi Black Berry, iPhone o NOKIA, o de saludar a otros panas unidos en nuestra causa?”, gracias a Dios siempre fue la segunda parte.
Todo empezó tipo suave, una trotadita para llegar más rápido a un punto B, pero el corazón se aceleró cuando vimos que al doblar, a unos 50 m estaba una tremenda camioneta con las puertas abiertas y, lo que supimos era guardias de seguridad, Dios, qué hacer, ¿abortar o continuar?, justo ahí estaba la disyuntiva. Bueno, luego de dos minutos de indecisión llegaron unos panas y entre todos tomamos fuerzas y fue cuando empezamos a sentir el frío de la grama de Sartenejas, creo que no era por la baja temperatura en sí, sino porque ya los sentidos empezaban a estar más sensibles, poco a poco, con mucha cautela y al mejor estilo de ‘Escuela Militar para Enseñarles Responsabilidad a un Grupo de Sifrinos’, nos arrastramos unos 50 m hasta llegar a la laguna que está en canchas, ahí se nos unieron otros panas, y ya éramos 14 estudiantes locos por sentir la adrenalina.
Mientras pensábamos cómo seguir, vimos unas linternas acercarse y cada quien tomó posición de huida, 6 de nosotros nos metimos intuitivamente en un tubo de drenaje 98% seco, sólo con un hilo de agua, el corazón casi salía cuando escuchábamos gritos de “¡epa, epa!”, nos adentramos una 20 m, hasta que el tubo doblaba y permitía tragarse la luz. Unos no supieron cómo correr y se llenaron las botas de agua y otro par no aguantó la ansiedad y encendió un cigarro, qué poca inteligencia, en fin, yo estaba mega alarmado cuando advertí que Hamilton no se había metido en el tubo de drenaje :O OK, me quedé como en estado de shock porque ni idea de qué había pasado afuera, a quiénes habían agarrado y qué sería de su paradero. Quería salir pero, sería inútil en ese momento, debíamos aguardar…
Cuando creímos era propicio salir, nos armados de valor y, voilà, no había ‘moros en la costa’, sólo una chica con cara de trauma, sin saber con certeza dónde estaban sus amigos, pero creía que habían subido a la colina, junto a Hamilton. Como era obvio, hacia allá nos direccionamos sin pensarlo, pero, mis compañeros de drenaje sí continuaron, hasta ahí supe de ellos. Todo obscuro, y apenas susurrando sus nombres fue que se mostraron, ¡¡¡qué emoción, estaban todos!!! Las víctimas habían sido unos tres con poca habilidad :p
Ya éramos 6 (mi número favorito by the way), los que continuaríamos con la travesía, Ricardo, la que infiero era su novia, dos amigas de ellos (estudiantes de Biología), Hamilton y yo. Con la música de los opening nos arrastramos una vez más, esta vez hasta la cabañita que está al lado de la laguna.
Seguimos caminando, bajando caminitos, y empezó a lloviznar, nos topamos con unos panas que ya estaban bastante happy, hasta nos regalaron la bolsa de hielo que les había sobrado (la desechamos en el acto, ewww!), esos panas decidieron bajar al área de las piscinas, donde había una carpa de seguridad, aunque de ahí se veía el espectáculo de música, la parte trasera del escenario o los que sí habían pagado sus entradas; tomamos una foto y seguimos caminando, con la fuerte convicción de que lograríamos llegar al concierto en sí.
La música de esos teloneros no estaba mal, de hecho era la propicia para la aventura que estábamos viviendo y la llovizna, permeada por los pinos típicos de Sartenajes, nos refrescaban lo necesario. Hasta el momento yo feliz.
Más de una vez tuvimos que decidir si derecha o izquierda, si subir o bajar, si piscina o gym y, por supuesto, cuál de los hombres se atrevería a bajar e inspeccionar el camino, a punta de luces de celulares y una mini linterna de mano, nos íbamos adentrando en lugares que aseguro ninguno de los presentes habría pensado en hacer, o al menos no con la mente clara y tipo relajada, supongo que todo era producto de estar en semana 9 y, obviamente, nuestra principal motivación, Guetta.
Luego de varios: “por aquí; oops, me resbalé; estoy bien; no mejor por aquí; agárrense de este árbol; epa, éste tiene espinas; etc.”, llegamos a la primera zona plana en hora y media, sí, llevábamos 90 minutos aproximadamente metido en el monte, ya nuestra ropa no era ni el recuerdo de lo que fue al llegar al valle.
Estábamos justo en frente del gimnasio cubierto, caminando cuando, OH MY GOODNESS, todo se detuvo, nuestra respiración se cortó y nuestro corazón se aceleró para luego detenerse, era David Guetta, a las 12:22 a. m., diciendo con su marcado acento parisino: “Hola, Venezuela, buenas noches, estoy muy feliz de estar aquí esta noche, mi español no es muy bueno. Estoy feliz de estar con las mujeres más bellas del mundo, ¿o no?” No recuerdo que dijo en español y qué complementó en inglés, pero todos nos quedamos quietos escuchando, cada quien en donde estaba, hubo abrazos de emoción, ya por el hecho de haberlo podido escuchar por la cercanía que teníamos del escenario había valido la pena los rasguños que descubriría en mis manos a la luz del sol esa mañana del 18 de noviembre de 2010.
No lo podíamos creer, estábamos a unos 10 m del gimnasio y, nosotros creíamos que llegar a él supondría la victoria y con ella podríamos entrar como si hubiéramos pagado unos 800 Bs.F. Ahí fue donde duramos más, porque bajamos a unas palmeras a resguardarnos de las miradas de cazador furtivo que tenía los guardias de seguridad contratados por Evenpro, con sus linternas maquiavélicas, desnudándote al mundo como el criminal que eras…fuck it, igual nos quedamos ahí, la música se escuchaba inconmensurablemente perfecta, sin palabras en otro idioma para describirla. Ahí nos topamos con una parejita de unos 19, que se rebuscaron en la oscuridad de la noche, con las hormonas de adolescente que amenazaban con irse para no volver y la excitante música que proponía llevar los sentidos al clímax sin remordimientos.
Nosotros seguíamos ahí, escondidos en la misma palmera, ella, quien testigo de nuestros minutos más fuertes, donde terminaría todo, por decirlo de alguna manera. Cada quien en posición de “¡¡¡qué no me vean!!!”, duramos unos veinte minutos, calculo, aunque, la verdad, hace rato que había perdido la orientación del tiempo.
Hamilton se negaba a sentarse en la grama mojada, hasta que la prolongación de nuestra estadía lo obligó, el resto, incluyéndome, estaba instaladísimo en su palmera. Veíamos pasar a los guardias de este a oeste; veíamos como agarraban a estudiantes furtivos, nos alumbraban pero no nos veían. Nosotros ya no estábamos tan convencidos de que lograríamos salir de ahí sin ser atrapados y, mucho menos, llegar al campo de fútbol.
‘Inevitablemente sucedió lo inevitable’, tres (3) guardias se encaminaron hacia nosotros, hasta que nos pasaron por un lado, a sólo 50 cm de distancia, de hecho pensé que se tropezarían… Yo lo vi todo, mi vida en el suelo, siendo llevado a la cárcel de El Rodeo, expulsado de la universidad, siendo desterrado de mi familia, sin apellido, cual bastardo, vejado por la seguridad nacional, mis posibilidades de seguir alcanzando el éxito se habían reducido a unos centímetros, a cincuenta (50) centímetros… todo pasaba tan lento, dejamos de respirar y lo único que se podía escuchar eran sus pasos acechándonos, era como el final de la mega saga de SAW (mal traducido, El Juego del Miedo), “GAME OVER”, pasaron no sé cuántos segundos, como unos 90, pero ¡qué fueron los 90 segundos más largos de todos… O sea, nosotros, en nuestra gigante inocencia pensábamos que si no nos movíamos ni respirábamos no nos notarían, ellos nos pasarían por un lado de vuelta y nos iríamos felices como si nada… pero NO, sus linternas nos apuntaron y gritaron, delataron e insultaron, se burlaron y hasta nos escupieron, fueron las linternas más insensibles del mundo entero, las peores. No recuerdo con exactitud cómo nos abordaron los guardias, fue algo así como: “bueno, bueno, párense”, lo más cómico fue que sin haberlo planificado, pusimos cara de sueño, como si lo que hacíamos ahí era dormir, como si aunque habíamos comprado nuestras entradas de música electrónica de Guetta, nos fuimos a unas palmeras en el backyard, para dormir un rato, de lo más inocente. Lo bueno fue que ni nos tocaron o hablaron feo, sólo les seguimos, como víctima a su verdugo, sin decir ni una palabra, hasta que Hamilton osó a crear el siguiente diálogo con la chica de seguridad de unos 18 años:
-¿A dónde vamos?
-A la salida
-¿Y tú eres mayor de edad? :O
- (risas) Sí
-¿Y ustedes están contratados por Evenpro?
-(sonrisa) Sí –creo que él se levantó a la muchacha.

Ya estando de vuelta, abajo, a la realidad, sin creer que de verdad habíamos pasado dos horas y picos en una de las aventuras más alocadas, nos dirigimos a QYP (edificio de Química Y Procesos) para lavarnos la cara y fue cuando casi entramos en shock¸ nuestra ropa había huido y nos habían dado a cambio sólo coletos, sólo trastes, era deprimente, pero no había mucho que hacer.
Nos devolvimos, y escuchamos el final del concierto, aunque no se escuchaba con la misma potencia no volveríamos a intentar colearnos ni que nos lo propusieran de nuevo, o sea, ¡NO!, creo...
El pana que yo estaba esperando ver nunca apareció ni contestó su celular, ni el que esperaba Hamilton, así que nos fuimos a descansar a la sala de lectura de Mecánica, hasta que fueron las 7:00 a. m. y, estando él despierto, me contó cómo se había encontrado con su amigo y le había contado su propia experiencia y, por supuesto, vídeos del concierto.
Así, todos zarrapastrosos nos fuimos al comedor y fue cuando me encontré a Luis, quien sí logró entrar, y hasta en preferencial se coló, ¡qué suerte! pero, ¿cambiaría yo, esa experiencia que acababa de vivir por la de él? Sí, no voy a negar que haber escuchado el concierto desde la zona Preferencial suena muy, muy tentador pero, nadie podrá quitarme lo que, quizá, pueda ser lo más cercano que Armstrong Santana pueda experimentar así en plan criminal, así que NO, no cambiaría tal experiencia.
¿Qué nos impulsa a hacer algo? ¿Una sólida planificación; una estrategia cautivadora; una idea innovadora; una voz persuasiva; o simplemente es el momento, el lugar y la situación que lo propicia todo? ¿Qué nos sataniza como monótonos, y qué nos clasifica como espontáneos y dinámicos? Quizá todo o tal vez nada.
Creo que estamos en constante cambio, no podemos quedarnos estáticos, con nuestros cuerpos y pensamientos inertes, somos seres dinámicos, pero dependerá de nosotros cuánta emoción queramos inyectarle a nuestra corta y única vida.
Aunque sí, la sociedad importa y vivimos con necesidad de aceptación, a diferentes niveles, debemos actuar en base a nuestra salud mental y emocional, porque al final del día cada quien vive su experiencia, aprovecha de ella lo que y cuanto le plazca, y con la perspectiva y hasta la dirección que le venga en gana.
David Guetta rocks!!!

N.A.: *Caminos verdes: forma de llegar a un punto evadiendo lo legal, convencional y/o burocrática (definición de autoría propia).

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